El 22 de julio de 2025, el mundo del rock perdió a una de sus figuras más emblemáticas: Ozzy Osbourne falleció a los 76 años, rodeado de su familia y del amor de millones de fanáticos que lo acompañaron durante más de cinco décadas de carrera2.

Nacido como John Michael Osbourne en Birmingham, Inglaterra, Ozzy fue mucho más que el vocalista de Black Sabbath. Fue el rostro de una revolución sonora que dio origen al heavy metal, un género que abrazó la oscuridad, la rebeldía y la potencia como nunca antes. Desde los riffs infernales de “Paranoid” hasta los gritos desgarradores de “Crazy Train”, su voz se convirtió en un símbolo de lo indomable4.

A lo largo de su vida, Ozzy desafió los límites de lo humano. Sobrevivió a adicciones, enfermedades, accidentes y excesos que habrían terminado con cualquiera. Su diagnóstico de Parkinson en 2019 lo alejó de los escenarios, pero no del corazón de sus seguidores. Apenas semanas antes de su muerte, ofreció un último concierto en Birmingham, acompañado por sus compañeros originales de Black Sabbath, en un emotivo evento titulado Back to the Beginning3.

Su legado no se limita a la música. Ozzy fue también una figura de la cultura pop, protagonista del reality The Osbournes, y un ícono de lo excéntrico, lo auténtico y lo inmortal. Como dijo alguna vez: “Si fuera un gato, tendría 33 vidas”.

Hoy, el mundo lo despide con guitarras distorsionadas, lágrimas sinceras y un agradecimiento eterno. Porque Ozzy no solo cantó sobre la muerte: la convirtió en sonido, en arte, en historia.

Descansa en paz, Príncipe de las Tinieblas. Tu grito sigue resonando.

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